El reciente desafío del Private Equity en México…

Por Ricardo Ortiz Solano

De acuerdo con la Asociación Mexicana de Capital Privado (Amexcap), las fuentes principales de fondeo para Private Equity son en primer lugar los fondos locales; principalmente “family offices”, seguido de inversionistas individuales (high-net-worth), e inmediatamente después, la banca de desarrollo. Estando en segundo lugar los fondos extranjeros tales como fondos soberanos, fondos de pensiones o fondos de fondos.

No obstante, el cambio de administración ha provocado reacciones específicas entre los administradores de fondos que por un lado han disminuido la velocidad a la que se venía invirtiendo y por otro lado, han volcado las miradas a sectores diferentes a los que se antojaban como los sectores core para invertir en México.

En los últimos 20 años se han comprometido más de 60 mil millones de dólares en México provenientes de más de 500 fondos de Private Equity, representando una tasa de crecimiento anual de dos dígitos. Estas transacciones están concentradas en los sectores de energía, salud, bienes raíces, productos de consumo, telecomunicaciones, transporte e infraestructura.

* Fuente: Asociación Mexicana de Capital Privado A.C. (AMEXCAP) – PE Overview

Si bien, durante la administración anterior se vislumbraba un periodo de expansión debido a las expectativas que se tenían en torno a las reformas legislativas en materia fiscal, energética y de telecomunicaciones principalmente, que provocaron un aumento del flujo proveniente de otros países e incrementaron el apetito por parte de dichas fuentes de fondeo que facilitaba levantar capital; los cambios de estrategia manifestados por la administración actual han resultado en una desaceleración del flujo esperado de capital privado entre otros tipos de inversión.

Recordemos que el Capital Privado es una estrategia en la que inversionistas profesionales con perfiles específicos, invierten en empresas con un crecimiento potencial significativo de forma temporal, brindando acompañamiento en el proceso de maduración y que generalmente participan de forma directa en los gobiernos corporativos y en la dirección de los vehículos que están financiando.

El objetivo es aportar valor a la estrategia del portafolio, empresa o proyecto en el que se está invirtiendo al proveer el capital necesario, pero a su vez generar retornos atractivos al inversionista que está fondeando dicho capital.

Sin embargo, México ha sido un caso de estudio sui-generis, dado que los retornos tuvieron una tendencia positiva volviéndose más competitivos en comparación a los retornos que se podían esperar en otras economías emergentes, sin sacrificar certidumbre en las inversiones que se habían venido materializando. No obstante, dicha tendencia se detuvo al sumar a la ecuación una estrategia del gobierno actual que buena o mala, contrasta con esta inercia alcista que habíamos venido experimentando.

Dicho esto, la industria del Private Equity que ha generado cerca de 1.4 millones de empleos en el país y cuyas inversiones ya ejecutadas suman cerca de 40 mil millones de dólares, hoy se vislumbra incierta y por ello, tanto los administradores de fondos como las instituciones e inversionistas proveedores de capital (Limited Partners y General Partners respectivamente), están siendo muy cautos mientras buscan las alternativas adecuadas para poder hacer colocaciones.

Si bien el Private Equity es una suerte de eslabón para la innovación derivada de la creatividad de profesionales que buscan la expansión y crecimiento de ciertos sectores, que a su vez ha sido pieza clave para la infraestructura del país; particularmente en 2020 y 2021 disminuyó la actividad de inversiones y buyouts en México, incitando una transición para enfocarse en otros nuevos sectores como retail, servicios de información, servicios financieros, e-commerce, salud y tecnología.

Este giro de timón se debe en parte al impacto de la pandemia, pero principalmente a que en los últimos meses las transacciones relacionadas al sector energético se detuvieron debido a las posturas del gobierno respecto a la inversión privada y por ende, a la incertidumbre regulatoria en este sector.

Por otro lado, uno de los sectores que ha ganado popularidad y se ha convertido en una tendencia en el mundo del Private Equity en México, es el sector Fintech. Solamente en los últimos dos años éste creció 145% en México, incluso dando como resultado la creación de fondos dedicados específicamente a este tipo de inversiones.

Asimismo, otro factor que impacta en las colocaciones de capital privado es que México tenga relativamente pocas empresas listadas en la BMV, por lo menos en relación a otros países de Latinoamérica y por lo tanto, dichas compañías en su mayoría maduras y con potencial de crecimiento más mesurado en el corto plazo, hacen que las valuaciones en los mercados de valores no sean en ocasiones suficientemente atractivas entre las firmas de M&As.

En conclusión, si bien México tiene un potencial enorme para las firmas de Private Equity aunado a la liquidez disponible actual para ser fondeadas, hay factores a considerar que impactan en la tendencia alcista y en el crecimiento de dicha industria, tales como el costo del capital disponible que incrementa a medida que la incertidumbre regulatoria crece y por lo tanto los riesgos se dimensionan de manera distinta, o bien, la relevancia que rápidamente puede tomar un sector específico al compararlo con otro, de acuerdo a las disposiciones de la administración en curso y supuestas necesidades del país.

A pesar de que las inversiones de las firmas de Private Equity por lo regular no están abiertas al público en general, existen algunos vehículos de inversión que dan acceso a ciertas oportunidades para participar en ellos. Si te interesa saber más de este y otros temas relacionados, escríbenos a contacto@sierranegrainversiones.com

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